Confieso que cuando estudié en Madrid tuve sentimientos encontrados respecto al carrito de la compra: por un lado mi tía era muy pija como para pasear uno por Serrano y por el otro pues nada mejor que meter todo en un carrito y tirar de los chécheres.
Y bueno, llegó el día que me compré un apartamento y me di cuenta que una de las ventajas de vivir en casa es que la distancia entre la puerta del carro y la puerta de la casa es mínima mientras que en un apartamento hablamos de un viajecillo.
A pesar que en mi PH tenemos carretillas de super, de las de empacadores, me di cuenta que eso de tener que subir los paquetes y bajar volando a entregar la carretilla como que me da pereza.
Ya había visto antes este carrito pero no lo compré pero hoy que volví a la tienda tuve que comprarlo y permanecerá en mi maletero.
Aquí la foto del carrito en cuestión presentado por Lily, nuestra bella azafata. 🙂
Tatiana